El síndrome de ojo seco o resequedad ocular puede ser de tipo hiposecretor (disminución de la producción de lágrima), evaporativo (aumento en la evaporación de la lágrima) o mixto (combinación de ambos mecanismos). Los pacientes que sufren de ojos secos pueden experimentar irritación en los ojos, ojos rojos, sensación de arena en los ojos, ardor, visión borrosa, fatiga ocular, intolerancia a la luz o al viento, dificultad para mantener los ojos abiertos entre otros síntomas. Los síntomas pueden incluso llegar a ser incapacitantes y poner en riesgo la visión y el ojo. En la consulta oftalmológica se detecta el síndrome de ojo seco, se identifica la severidad, se identifican las posibles causas y el tipo de ojo seco, mediante el examen y algunas pruebas adicionales.
El síndrome de ojo seco puede estar asociado a otras enfermedades sistémicas, de los párpados o de la cara, a uso de lentes de contacto, a medicamentos, a cirugías previas, a condiciones ambientales, uso de pantallas (computador, celular o tableta) y cambios hormonales.
El tratamiento depende de la severidad, del tipo y de la causa, se debe tratar y controlar las enfermedades asociadas al ojo seco. Puede incluir el uso de gotas o geles lubricantes, rutina para higiene palpebral y disfunción de glándulas de meibomio, luz pulsada intensa, medicamentos orales, cirugía, implante de dispositivos, medicamentos inmunomoduladores entre otros.